RECUERDOS DEL INVIERNO

EN TÉRMINOS MUSICALES, ESTAS LÍNEAS SON UNA PISADA IRREGULAR POR LAS PÁGINAS DE MÉDANOS DE ORO, EL TERCER LIBRO Y PRIMERA NOVELA DE NICOLÁS DOMÍNGUEZ BEDINI: UNA TRAVESÍA POR DESCAMPADOS CON UNA BANDA DE SONIDO DE INAGOTABLES MUSH-UPS.

Por @cabralazo.

El lugar es chico y el corazón bien grande para recibir a los freaks de paso, desvelados locales y extranjeros que buscan asidero para contar una historia atractiva al regresar del viaje. El reducto es elegante, la música una delicia. Es el Pop Hotel y tal vez todo sucede a finales de la década indecorosa de Carlos Saúl I, o a comienzos del nuevo siglo, la promesa del futuro con autos sin ruedas. Y los hay, pero más por la podredumbre de las políticas económicas que por el avance de la tecnología y el prometido derrame neoliberal. Más bien fue derrape. En el pequeño salón principal comienza esta historia, bien lejos de los médanos a los que alude el título, bien lejos de los ecos de un amor no correspondido. Sin embargo, tan cerca de la banda de sonido que podríamos imaginar para esta novela.

Mi novela autobiográfica” es el nombre de una canción emblemática de los donostiarras Le Mans y a la nouvelle de Nicolás Dominguez Bedini le cabe a tientas. Hay autobiografía (pero no semejante desazón), discos y libros que reverberan en un recorte sensible luego de una ruptura amorosa. Sin ánimo de espoilear y con el único fin de complementar la historia, el inicio en el Pop Hotel va al dente. El reducto fue el sitio dilecto de un selecto grupo de artistas, donde había cameos de famosos, estrellas fugaces y starsystems para sumar al atractivo. Por ahí andaban el adalid de la canción electrónica de estas pampas Cineplexx, Gustavo Cerati siguiendo los pasos del novel Esteban Castell (la rara avis de la escena que digitaba Índice Virgen), DJ Hell o Michael Mayer. Y Nico observaba. Su rol era múltiple, aunque con mayor frecuencia cerca de la mesa de sonido.

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Nico por Mad Moiselle

¿Qué hay que saber del autor? ¿Es propicio tener alguna pista para comprender la dimensión de la historia? De ninguna manera, pero ya que no entraremos en detalles sobre la estructura de la novela para preservar algo de misterio, vamos con datos que podrían completarla. ¿Arengador profesional? En la ficha de Nico aparecen las nóminas poeta, DJ, performer, productor cultural, divulgador de música independiente. En Decirte al oído, su primer poemario, ilustraba sobre la condición de DJ sordo, hipoacusia de nacimiento subsanada por el novel instinto paterno, que le obsequió unos buenos auriculares para captar frecuencias desconocidas. Y la carencia trasmutó en virtud: la discoteca vernácula del autor tal vez sea una de las más exquisitas de Latinoamérica toda, poblada de joyas independientes, remansos de melodías que afloran más allá de su oficio en casamientos y fiestas de quince.

En otra vía pero casi en la misma, ahí donde se bifurcan las disciplinas, Nico es el frontman de PAAR, grupo que reúne íconos del under de los 90 y luminarias del sur de Buenos Aires como Fernando Lamas de Estupendo, los hermanos Balzarotti, Ignacio Fila y Jerónimo Escajal (Las Costas). Ahí opera como un selektor de fragmentos de libros que dispone a sus pies y levanta y cita y recita e improvisa mientras la música corre en un sinfín de jameo en llamas. En Médanos de oro el diálogo y las conversaciones están atravesadas por esos brillantes linkeos robados a próceres de las artes y dispuestos como el mejor bocado: “Somos ese tipo de gente que puede moverse cuando está triste”, recuerda y no recuerda quién lo dijo. Aunque tal vez se trate de un juego para el lector, lecciones de adivinanzas y marcas indelebles que retratan la época.

PAAR @Fran Drisaldi
PAAR por Francisco Drisaldi

Las palabras fluyen con una prosa para el deleite que evoca a sus libros de poesía, el ya mencionado Decirte al oído y Sueño con lavadoras y otros poemas: “En un momento me quedé dormido y al despertar me pareció ver en un tramo de la ruta, campos de ciruelos. Hileras con ciruelas donde las hojas blancas se desprendían de sus ramas y simulaban caer, como copos de nieve, en navidades de otras latitudes”. El comentario viene del comienzo de la travesía, cuando sin saber bien por qué un grupo de amigos y colegas viaja al sur de la provincia de Buenos Aires en busca de…¿médanos de oro? El destino es un pueblo, o el descampado de varios pueblos que en la pampa húmeda y seca pocas veces resultan disímiles en su tempo y fisonomía.

¿Cuál es la historia que vertebra las escenas? ¿Por qué un viaje hacia médanos y pueblos sin grandes atractivos turísticos? El temple emocional es el del ápice indie en Argentina, las pelis melancobucólicas, la memorabilia contemplativa en cuartos de posadolescentes, canciones en celeste y gris cálido. Hay una mención al paso sobre “Manzanita” Esain de Menos Que Cero (hoy en Valle de muñecas), la banda de power pop preferida por Nico en el mundo. Y una de las que mejor le cantó a esos años, rebelándose contra toda conmiseración estética, ahondando en la velocidad de canciones cortas y con un gancho emocional izquierdo directo al mentón, a través de la inoxidable Kodak 74. Como una suerte de justicia poética a la fidelidad de fan incondicional, hace unos días Valle abrió en Niceto con una de las tres canciones que lleva letra de Domínquez Bedini.

EVNO.NDB.MEDANOS
Si la actitud que prima en el relato es un recurrente nostalsong, la compensación alternada proviene con pasajes como éste: “_A mí lo que me desespera es que pasan los años y me sigo topando en los supermercados con libros de Pablo, el vivo -acoté sin pensar-. Sí, definitivamente me desespera y me cansa de sobremanera toparme con sus libros en los hogares y consultorios también. Y cuando conozco chicas que se llaman Verónica sufro de más porque me vienen a la mente las góndolas, las vidrieras, la vía pública con la cara de este best-seller que nos sonríe y yo no quiero que ninguna Verónica decida morir. ¡Viuditas, casadas y solteras: chicas basta de él!”. Y Adam, uno de los personajes responde al pie: “Coelho debe morir. Es sólo una cuestión de tiempo, como lo es con todos nosotros, lo único que el merchandising de su deceso será un megasuceso tal que superará tu actual desesperación”.

Si hay algo que reprocharle al autor, son los nombres algo forzados de sus personajes, que quizá tengan un fundamento velado. Matildo podría ser una alusión a la banda tecnopop rosarina Matilda; Vladimira un floreo a Nabokov o algún ruso tozudo de las letras. Lino, Lino Palacio; Adam, una faz de He-Man y así “sustantivamente”. Nombres que en su conjunto desafinan como Montaner (¡por dior! Y sobreviene la voz de almíbar de Ricardo tomándose un pase en lo de Su Giménez). Sin embargo, en la travesía hacia los dorados médanos todos ejecutan un instrumento con laxitud y destreza. El devenir es el de un film, y no es para menos, hace unos meses fue el estreno de Sinuosos y dorados médanos, documental inspirado en este libro, con autoría de Domínguez Bedini, Ignacio Isparra, Marianela Portillo, Bruno Stecconi y Guillermo Ueno.

Uno podría pasar horas entre las digresiones de Nico: siempre hay citas encumbradas, proverbios trascendentales, elegías para dotar de energía al espíritu. Sin quemar las dispuestas en el libro (hay una sabrosa de El Dorado), recordamos una extra que sucedió en la prueba de PAAR, en la primera fecha del ciclo Historias Sonoras de EVNO en 2014 y que tiene a la disco New York City circa 89 como protagonista. Lamentablemente no hay registro y no se puede emular, pero hablaba de Beto Resnik, el DJ de la matiné de los sábados, los enganches predecibles y la vecina pizzería La Mezzeta, gloria porteña. Y la tanda de lentos del relacionista público de la disco en domingo: INXS con “Never tear us apart”, Bon Jovi con “I’ll be there for you”, “First time” de Robin Beck -tema de la publi de Coca que pasaba en 33 RPM. Y la vuelta a la pista con MAD MIX 10, con Technotronic a la cabeza. Todo al ritmo natural del spoken word sin pausa del muchacho de Muñiz.

Del Pop Hotel a los sinuosos médanos, tierra de naides, tierra de todxs, un puñado de relatos y convicciones sensibles desatan un desenfrenado torbellino de amor, humor, melancolía, música, libros, citas a clásicos de la literatura, bandas y solistas, Dioses de la antigua Roma, en tránsito hacia un nuevo amanecer de corazones solitarios. Médanos de oro, viento, frío y poesía. Una historia nacida de los ecos de una escena que pervive en cuentos post Cromagnón, post relieve de escenarios difíciles de situar con precisión para quienes nacieron después, pero ideal para forjar una idea, más allá de la desidia menemista y el rock barrial de pizza-birra-faso. Esa que fue refugio de almas sensibles corriendo tras un sueño desvelado, oculto en las estelas vaporosas del poniente.

Médanos de Oro de Nicolás Domínguez Bedini (Editorial Bajo La Luna, 2016).

[+ sobre el autor en http://nicolasdominguezbedini.blogspot.com]
[La foto de portada es de Luis Sens]